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2 de may. (Sentido Común) -- El presidente Enrique Peña Nieto dejó entrever recientemente cierta frustración por la percepción que tienen muchos mexicanos del estado que guarda el país.
Ante las quejas que escucha en sus giras de trabajo o frente a los múltiples comentarios negativos que lee o escucha en los medios de comunicación, el presidente pidió a la sociedad dejar atrás lo que describió como el mal ambiente o mal humor social.
“Hay muchas razones y muchos argumentos para decir que México está avanzando, que México está creciendo en distintos ámbitos, en distintos espacios”, dijo Peña Nieto a inicios de la semana pasada en la inauguración del tianguis turístico en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, en un intento por cambiar la percepción negativa de los mexicanos.
La solicitud de Pena Nieto, sin embargo, no cayó bien en ciertos círculos.
Si bien para algunos expertos ha habido avances, principalmente por las reformas económicas que logró aprobar el presidente en el Congreso, como la apertura del sector energético a los capitales privados, existen muchas otras áreas de la vida nacional que no solo parecen estar estancadas, sino que incluso parecerían haber retrocedido durante el gobierno de Peña Nieto.
“Todas estas reformas [estructurales] a futuro son importantísimas, pero ahorita están perdidas en la neblina de Ayotzinapa, de abusos militares,. . . de corrupción”, dijo en una entrevista telefónica Vidal Romero, profesor del departamento de ciencia política del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), en referencia a la desaparición de los 43 normalistas de la Escuela Rural Raúl Isidro Burgos del poblado de Ayotzinapa en la ciudad de Iguala del estado de Guerrero a finales de septiembre de 2014, así como al caso de abuso y aparente asesinato de civiles por militares en el poblado de Tlatlaya, en el estado de Morelos o los escándalos de corrupción de mandatarios estatales.
Para muchos, estos problemas, junto con el poco interés del presidente por crear un verdadero sistema que combata la corrupción o la impunidad, hacen ver hueca la solicitud del presidente por dejar de ver el vaso medio vacío para verlo medio lleno.
“De nuevo el discurso oficial procura que la representación de la realidad sustituya a la realidad misma”, dijo el escritor Juan Villoro en su columna semanal publicada en el periódico Reforma.
Claro que Peña Nieto no es el primer mandatario ni será probablemente el último que convoque a la sociedad a tener una actitud más propositiva. El ex presidente Vicente Fox también intentó cambiar el descontento social que percibió durante su mandato con una campaña publicitaria que tituló: “Las buenas noticias, también son noticia”.
Ambos mandatarios llegaron al poder bajo un aura de que podrían transformar al país. Fox por ser el primer candidato de oposición en ganar la presidencia luego de más de 70 años de gobiernos ininterrumpidos de miembros del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y Peña Nieto por presentarse como un candidato diferente a la viejas prácticas autoritarias del PRI.
Ni Fox, ni hasta ahora Peña Nieto, han podido cumplir con las expectativas, dijeron analistas.
El presidente “propuso, desde antes de colocarse la banda presidencial, que este mal [corrupción] podía combatirse a través de una agencia anticorrupción situada bajo las órdenes del jefe de Estado”, escribió Ricardo Raphael, periodista y profesor del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), en una columna en el periódico El Universal. “Esta lógica vertical tiene sin embargo un problema. . . para que las cosas funcionen es necesario que además el gobierno sea controlado”.
Un elemento que quizás sea el que más lastimó a la sociedad y que explica porque los mexicanos se mantienen pesimistas aun cuando el país crece, la inflación está bajo control y hay creación de empleos fue el mal manejo que el presidente, su esposa y su secretario de Hacienda dieron a los reportes que mostraron un aparente conflicto de interés de los tres a finales de 2014 inicios de 2015.
Poco después de la desaparición de los 43 normalistas a manos de la policía municipal de Iguala, el portal de noticias AristeguiNoticias reveló que la empresa constructora y contratista gubernamental, Grupo Higa, construyó y vendió los derechos de adquisición de una casa, valuada en alrededor de siete millones de dólares, a Angélica Rivera, la esposa de Peña Nieto, en lo que para muchos era una clara acción de tráfico de influencias.
Esa percepción se generalizó cuando se supo que la empresa constructora, propiedad de Juan Armando Hinojosa Cantú, un empresario originario de Tamaulipas, ganó diversos contratos de obra del gobierno del Estado de México, cuando Peña Nieto fue gobernador de la entidad.
Posteriormente, el diario estadounidense The Wall Street Journal, reportó que el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, compró una residencia de descanso en un fraccionamiento de lujo en el poblado de Malinalco, en el Estado de México, propiedad de Higa. La adquisición despertó de nuevo sospechas de un conflicto de interés.
Si bien, el presidente, su esposa y Videgaray fueron exonerados por la Secretaría de la Función Pública, la dependencia encargada de vigilar las conductas de los funcionarios públicos, de la acusación de tráfico de influencias, los reportajes y el hecho que Higa formaba parte del consorcio ganador que iba a edificar un tren bala entre las ciudades de México y Querétaro, dejó en claro para muchos que Peña Nieto si bien fue audaz en materia de reformas económicas, no lo sería en lo que se refiere al combate a la corrupción y la impunidad.
“A la gestión de Peña Nieto. . . cuatro letras opacan todos sus logros y la hunden: Higa”, escribió Federico Reyes-Heroles, escritor y analista político, en su columna en el periódico Excélsior, sobre los escándalos de conflicto de interés. “De poco sirve que las tarifas eléctricas bajen, que los gastos en telefonía disminuyan. . . que el turismo galope, que el empleo avance, que la inflación sea ejemplar, que la trascendente reforma educativa se instaure y un largo etcétera de logros, cuando las cuatro letras --Higa-- introducen las peores sospechas”.
Esas sospechas han además crecido recientemente por la revelación de que el empresario Hinojosa Cantú transfirió 100 millones de dólares a un paraíso fiscal cuando se realizaban las investigaciones por posible uso de tráfico de influencias en México.
Ese movimiento lo hicieron público diversos medios internacionales cuando revelaron millones de documentos que una o varias fuentes anónimas extrajeron del despacho de abogados panameño, Mossak Fonseca, en relación a la creación de estructuras financieras off shore para posible evasión del pago de impuestos o para ocultar o lavar dinero mal habido.
De ahí que para muchos especialistas si Peña Nieto en verdad deseara cambiar el “mal humor social”, lo podría lograr de manera fácil: combatiendo la corrupción, eliminando la impunidad o aprobando un efectivo y nuevo sistema anti-corrupción --tres tareas que muchos creen que no llevará a cabo aun cuando hace un año él propuso la creación del Sistema Nacional Anticorrupción.
Hoy esa propuesta parece languidecer y no contar con respaldo del presidente como si la tuvieron sus emblemáticas reformas para restaurar el sistema educativo del país y para abrir la industria petrolera a capitales privados.
Con la nueva iniciativa de la sociedad civil de exigir a sus gobernantes que tengan que hacer públicos tres documentos básicos de su situación patrimonial --su declaración anual de impuestos, su declaración patrimonial y su declaración de conflicto de interés-- como una forma fácil de control a actividades ilícitas, el entusiasmo de Peña Nieto y su partido, el PRI, por combatir actos de enriquecimiento ilegales, ha decrecido.
Esto para algunos hace evidente la falta de compromiso de Peña Nieto por atacar una de las causas que muchos creen ha generado ese sentimiento generalizado de zozobra y malestar, que el mismo presidente resaltó en Guadalajara.
Aunque claro está que esta no es ni la primera ni será --probablemente-- la última vez que una presidencia se vea agobiada por el desencanto de sus gobernados.
“La corrupción es una constante en todos los presidentes de México. . . de todos hemos sabido cosas, todos han sido gobiernos corruptos”, agregó Romero en la entrevista. “Pero no son recordados por eso”.
Fecha de publicación: 02/05/2016
Etiquetas: Peña Nieto presidente México Mal Humor EPN corrupción