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Beijing, 3 de sep. (Dow Jones) -- En julio y poco antes de que el presidente Xi Jinping abordara un avión para asistir a una cumbre en Rusia, su oficina emitió una orden ejecutiva: los mercados de valores de China deben volver a subir.
La compra masiva de acciones respaldada por el Estado que le siguió, propulsó los mercados brevemente a mediados de julio, permitiéndole a Xi exhibir el poder económico de China en la cumbre de los líderes de los mercados emergentes. Sin embargo, en las últimas semanas los precios de las acciones han caído de nuevo, arrastrando con ellas a los mercados globales y provocando una crisis internacional de confianza en la forma en que Xi maneja la segunda economía más grande del mundo.
Xi proyectará una imagen de fortaleza cuando presida el desfile del Día de la Victoria de la Segunda Guerra Mundial, con aviones de combate, misiles balísticos y 12,000 soldados --un evento al que China no le había dado antes tanta relevancia. Tres semanas más tarde, se dirigirá a Washington para realizar una visita de Estado destinado a transmitir la paridad de China con Estados Unidos.
Sin embargo, del mismo modo en que escenifica estas demostraciones de poder, los enterados y analistas políticos dijeron que Xi --aunque sigue siendo popular públicamente en China-- se está viendo ahora más vulnerable que nunca desde que asumió el cargo en 2012.
Su imagen como un líder más capaz y más audaz que sus recientes predecesores se está viendo socavada por manejar la caída del mercado de valores de manera deficiente, una repentina devaluación yuan, la desaceleración económica y la enorme explosión en un almacén de sustancias químicas tóxicas.
Los problemas financieros y económicos, en particular, están fomentando los reproches entre los actores políticos, en los que Xi ha concentrado demasiado poder en sus manos y demasiada atención en los objetivos políticos y los asuntos internacionales, a expensas de la economía. "Xi tiene el control, no hay duda de eso", dijo un funcionario de alto nivel del partido. "La otra cara de esto es que todo el mundo espera que él apruebe todo antes de emprender cualquier acción".
Desde que asumió el poder en 2012 y que esbozó el "Sueño Chino" para rejuvenecer a la nación, Xi se ha establecido como el líder más poderoso de China en décadas, estampando su control en las fuerzas armadas y enfocándose en funcionarios veteranos que ocupan altos cargos en una campaña contra la corrupción.
Pero las consecuencias dentro de los círculos gobernantes producto de los acontecimientos de julio, amenaza con poner en riesgo los objetivos de Xi de fortalecer el poder del Partido Comunista en el país mientras forja un nuevo orden geopolítico mundial centrado en China y lejos de Estados Unidos.
Las preocupaciones sobre la economía china, que se está debilitando, están encabezando una larga lista de temas polémicos en la agenda de su visita a Estados Unidos, entre estos los presuntos ciberataques chinos y la construcción de islas en el Mar Meridional de China.
Susan Rice, la asesora de seguridad nacional de Estados Unidos, habló recientemente sobre temas económicos con un alto colaborador de Xi en Beijing. Conoció a Xi y a otros líderes chinos y destacó "la necesidad de enfrentar las diferencias" en temas como la moneda de China, dijo la Casa Blanca. Xi le dijo a Rice que China y Estados Unidos deben "gestionar con eficacia los asuntos sensibles entre nosotros", pero no mencionó públicamente la economía o los mercados de China.
Xi ha evitado hacer declaraciones públicas sobre la caída de los mercados este verano. Muchos funcionarios e inversionistas chinos han culpado el primer ministro Li Keqiang, el número dos del partido, por la intervención fallida.
Algunos expertos políticos, sin embargo, dijeron que Xi contribuyó a la crisis al poner la toma de decisiones diarias --incluida la gestión económica, por lo general competencia del presidente--- en las manos de todos los comités del partido encabezados por sí mismo.
La limitada autoridad de Li se demostró después que los mercados comenzaron a caer en picada. En una reunión convocada de urgencia el sábado 4 de julio, Li exigió a los reguladores financieros que tomaran medidas para apoyar los precios de las acciones, de acuerdo con personas familiarizadas con el episodio.
La única agencia en responder de inmediato fue el regulador de los valores, que anunció que el banco central le proporcionaría crédito ilimitado a una empresa respaldada por el Estado para comprar acciones. El banco central no confirmó públicamente su apoyo hasta el miércoles siguiente --después de dos días de más fuertes pérdidas en el mercado y un edicto del Presidente Xi, dijeron las personas familiarizadas con el episodio.
La orden ejecutiva de Xi llegó a través de la Oficina General del partido poco antes de que él se dirigiera a la cumbre de Rusia del 8 de julio, los mercados "deben ponerse en rojo", dijo la orden, de acuerdo con una de esas personas. Cuando los mercados suben, las claves de las acciones de la bolsa en China se tornar rojas, un color auspicioso.
Xi quería estabilizar el mercado, de acuerdo con funcionarios chinos, antes de que él se reuniera con los líderes de los otros grandes países emergentes BRICS --Brasil, Rusia, India y Sudáfrica.
Representantes del gobierno chino no respondieron a una solicitud para obtener su comentarios al respecto.
" Creo que para Xi Jinping, los costos de credibilidad política son sustanciales", dijo Barry Naughton, experto en economía de China en University of California en San Diego.
"En el sistema chino hay reformadores verdaderos, pero el que Xi tenga un ‘equipo económico’ coherente y claro es parte de lo que ha puesto en duda este episodio".
El equipo de política económica de Xi está replanteando su estrategia, reservando la dependencia en los mercados de valores para ayudarles a las empresas estatales a pagar las deudas, de acuerdo con expertos políticos. Los medios estatales promovieron recientemente una teoría atribuida a Xi que requiere de un cambio acelerado a la fabricación de más alto nivel, alejándose de la industria del acero y otras más que tienen un exceso de capacidad de producción.
Las preocupaciones entre los partidarios de Xi son que sus problemas están envalentonando a grupos de interés influyentes, incluyendo a jefes de industrias estatales y líderes jubilados que quieren frenar su campaña anticorrupción y las reformas del sector estatal.
Traducido por Luis Felipe Cedillo
Editado por Michelle del Campo
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Fecha de publicación: 03/09/2015