Atenas, 5 de jul. (Dow Jones) -- Los griegos votaron abrumadoramente en contra de los términos que solicitaban sus acreedores internacionales para brindarles un nuevo rescate financiero, en un resultado que podría profundizar la brecha entre Grecia y el resto de Europa y empujar al país a la bancarrota y a salir de la zona del euro.

     Más de 61% de los griegos votaron "no" en el referendum sobre las medidas de austeridad y otras medidas que los funcionarios europeos y el Fondo Monetario Internacional habían exigido en conversaciones recientes --un resultado que provocó la erupción de fiestas populares en el centro de Atenas y otras ciudades griegas.

     "Confío en este hombre", dijo Zoe Vergaki, un joven músico entre los simpatizantes del primer ministro griego Alexis Tsipras en la plaza Syntagma de la capital.

     Cerca de allí, algunos bailaron con la música de "Zorba el griego". "Cualquier acuerdo que alcance", agregó Vergaki, en referencia al primer ministro izquierdista, "le voy a apoyar".

     El rotundo rechazo de las demandas de los acreedores griegos, que incluían recortes a las pensiones, un alza al impuesto al valor agregado y otras medidas de austeridad es probable que refuerce la convicción del gobierno de Atenas para presionar a esos acreedores a fin de que le brinden un mejor rescate.

     Básicamente uno que incluya menos medidas fiscales dolorosas y más alivio de la deuda.

     "Soy plenamente consciente de que el mandato que me dieron (los votantes) no es para una ruptura con Europa, sino un mandato para aumentar nuestra fuerza de negociación para alcanzar un acuerdo sostenible", dijo Tsipras en un mensaje televisado la noche del domingo.

     Claro que eso es más fácil decir que lograr. Los gobiernos de Alemania y de muchos otros países acreedores probablemente lean el resultado del referendum como prueba de que Grecia no quiere adherirse a las normas comunes de la euro-zona.

     La estabilidad de la euro-zona ahora podría depender de si Grecia y sus acreedores pueden encontrar una manera de salir de un estancamiento peligroso. Los responsables políticos más duros de la zona euro, encabezados por el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, creen que la expulsión de Grecia por su obstinación fortalecería a la eurozona y presionaría a otros países con un rendimiento económico sub-óptimo --incluyendo a Italia y Francia-- hacia las reforma, dijeron funcionarios en Berlín.

     Otros funcionarios alemanes dijeron que la canciller Angela Merkel está preocupada de que el precedente de una salida de Grecia del euro pudiese tener el efecto contrario, hacer a la unión monetaria crónicamente más frágil, invitando a que otros miembros del euro pudiesen pensar en dejar la zona ante futuras crisis financieras.

     Merkel ha sido durante mucho tiempo la más poderosa defensora de mantener a Grecia en la zona del euro en Europa. Pero su postura se ha desplazado más cerca de la de Schäuble en las últimas semanas a medida que las tácticas de confrontación de Tsipras “han despertado la ira de los votantes y legisladores alemanes”.

     El choque que se avecina tras la expresión de la voluntad popular en un pequeño país de Europa y el consenso en materia económico de la clase política de Europa podría hacer que la crisis de la deuda de la euro-zona sea aún más intratable.

     La disposición a hacer concesiones políticamente difíciles está disminuyendo tanto en Grecia como en sus acreedores.

     Evitar una crisis financiera y económica en Grecia probablemente requeriría un nivel de flexibilidad que ninguno de los actores importantes en el último drama griego han mostrado durante los últimos años.

     Los analistas esperan que Tsipras buscará un nuevo programa de rescate por parte de Europa y ha prometido a los griegos que él pueda llegar a un acuerdo en tan sólo 48 horas después de la consulta popular.

     Eso es altamente improbable, dijeron los funcionarios europeos. De hecho, el reto para Tsipras será lograr el acuerdo antes que nada, dijeron estas personas.

     Los acreedores han advertido que cualquier ayuda adicional vendrá con aún más ataduras --lo contrario de las promesas de Tsipras a los griegos.

     La economía de Grecia, otra vez en recesión este año después de una breve recuperación en 2014 se esfumó, está ahora sufriendo un nuevo golpe, por los controles de capital y el cierre de los bancos. La parálisis financiera podría empeorar en las próximas semanas a medida que el dinero en efectivo en el sistema bancario es cada vez más escaso.

     Un panorama económico más débil de lo esperado implicaría aún mayores medidas presupuestarias para alcanzar los superávit fiscales antes del pago de intereses que exigen los acreedores para volver a prestar recursos a Grecia.

     Cualquier acuerdo de rescate también requeriría del FMI y los gobiernos de la zona euro, encabezados por Alemania, a fin de superar su disputa sobre la deuda de Grecia. El FMI insiste en que se requiere una “reestructuración de la deuda integral" para hace de Grecia un país solvente. Los gobiernos europeos se han negado hasta ahora a discutir cualquier alivio de la deuda para Atenas que impondría pérdidas evidentes a sus propios contribuyentes.

     El mayor problema de Tsipras es que muchos líderes europeos no confían en que pondría en práctica las difíciles políticas económicas que ellos quieren que aplique el gobierno --incluso si el las firmase en principio.

     La buena voluntad hacia Tsipras y su partido Syriza era ya escasa en la mayoría de las capitales europeas hace unos días, pero la decisión de Tsipras de llamar a un referendum hace poco más de una semana, ante el pronto vencimiento del programa de rescate europeo de Grecia provocó gran enojo en las capitales de la zona euro, incluyendo el interior de la cancillería alemana, dijeron funcionarios europeos. Más cuando además Tsipras se lanzó a realizar una campaña de apoyo al “no”.

     Los líderes de la zona euro se reunirán ahora el martes por la noche en Bruselas para discutir las consecuencias del referendum de Grecia.

     El tiempo para reparar las relaciones y llegar a un acuerdo es demasiado corto. Grecia debe pagar un bono de 3,500 millones de euros en poder del Banco Central Europeo (BCE) el 20 de julio, y otro más, que también está en posesión del BCE, el 20 de agosto. Sin un acuerdo para su rescate, Atenas caerá en incumplimiento en ambos bonos.

     Un incumplimiento griego pondría una fuerte presión sobre BCE para reconocer la deuda respaldada por el gobierno griego como garantía de los prestamistas griegos --un movimiento que probablemente haría que los bancos del país se colapsen.

     Una caída del sistema bancario griego ha sido visto por los economistas durante mucho tiempo como la gota que podría derramar el vaso para genera la salida de Grecia de la zona del euro. Si no se puede recaudar dinero fresco en euros para salvar a su sistema bancario, Grecia probablemente se vería obligada a imprimir su propia moneda nacional.

     Esa problemática podría llegar mucho antes de la fecha de vencimiento de los bonos que adeuda Grecia al BCE. Louka Katseli, presidenta del banco más grande de Grecia, dijo a los periodistas el viernes que los bancos griegos tenían suficiente dinero para continuar repartiendo dinero a los depositantes hasta el lunes. Para el martes, pueden no tener ya nada.

     Es probable que ahora Tsipras espere que la canciller

     Merkel le ofrezca un plan de rescate que implica menos austeridad y más alivio de la deuda --como lo ha buscado por meses.

     Sin embargo, Merkel recalcó la semana pasada el principio económico que debe guiar las negociaciones y que ha estado presente desde que comenzó la crisis griega a finales de 2009. Ese principio es que Alemania está dispuesta a financiar a otras naciones del euro pero sólo a cambio de medidas de largo alcance que reparen la situación económica que dio origen a los problemas, incluyendo todas las medidas de austeridad que sean necesarias para cerrar el déficit presupuestal.

     Romper ese principio haría más daño a la zona euro que dejar ir a un país que rompe con las normas, dijo Merkel al parlamento de Alemania la semana pasada.

     El creciente enojo del os electores alemanes, de los medios de comunicación y de los legisladores contra el gobierno encabezado por Syriza también limita el alcance de Merkel por ofrecer a Tsipras términos más generosos de rescate. La opinión pública y la élite alemán se oponen fuertemente a perdonar a cualquiera de los préstamos del país a Atenas.

     Las tensiones entre Atenas, Berlín y el FMI, que han hecho difícil alcanzar un acuerdo a lo largo de todo el año, no se han reducido con el resultado del referendum.

     En todo caso, la prueba contundente del apoyo popular griego a la línea dura de Tsipras contra los acreedores podría hacerlos aún menos dispuestos a doblar, por lo que la disputa será menos fácil de resolver.

     ¿Cómo reaccionará BCE a un potencial incumplimiento griego el 20 de julio dependerá del contexto político?, dijeron los funcionarios europeos.

     Si hay progreso hacia un acuerdo entre Atenas y otros gobiernos de la euro-zona, entonces es más probable que BCE utilice toda la flexibilidad disponible en sus reglas para seguir apoyando a los bancos de Grecia.

     Pero un enfrentamiento continuo entre Tsipras y sus pares europeos hará difícil para el presidente de BCE, Mario Draghi justificar ante su cada vez más impaciente consejo un mayor apoyo de liquidez a los bancos griegos, dijeron los funcionarios de BCE.

     Draghi se resiste a ser visto como la persona que empujó a Grecia fuera del euro, dijeron personas familiarizadas con su pensamiento.

     En su lugar, es probable que pase la responsabilidad de tal decisión a los gobiernos de la euro-zona mediante la solicitud que garanticen pasivos griegos. Si tal garantía no llega, BCE podría argumentar que los líderes europeos han tomado la decisión política de dejar ir a Grecia, dijeron las personas.

    


Fecha de publicación: 03/07/2015