26 de ene. (Bloomberg) -- Los muros dañados por las explociones que rodean la sede de la seguridad estatal en El Cairo no tienen ninguno de los graffitis que cubren al resto de la ciudad. Sin embargo, en éstos Salama Mohamed ve el último capítulo de la historia de Egipto.

Bajo la tutela del ex presidente Hosni Mubarak, el imponente complejo con aspecto de fortaleza fue la sede de los más temidos servicios de seguridad, donde sus funcionarios, vestidos de civil, trabajaban en la extracción de confesiones. 

Mohamed los conoció bien. Su padre, un mecánico, fue detenido por razones no reveladas hace unos años. Fue puesto en libertad dos semanas más tarde, convertido en una sombra de lo que fue.

"Él salió de ahí deteriorado", dijo el oficinista de 28 años de edad, después de caminar al otro lado de la calle de dicha sede. "Ahora míralos. Se ocultan detrás de esas paredes y luego vuelven a salir incluso más malévolos de lo que eran antes”.

A cuatro años del levantamiento de enero de 2011 que derrocó a Mubarak, muchas personas, como Mohamed, ven que la revolución ha regresado al punto donde empezó.

Después de que al menos 900 personas murieron en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad en 2011, el país de 80 millones de personas se dividió entre islamistas y secularistas. La semana pasada, un tribunal anuló la pena de tres años de prisión impuesta a Mubarak por cargos de corrupción y ordenó la reposición del juicio, que podría allanar el camino para su liberación.

Lo que recrudece ahora la tensión es el aumento de militantes afiliados al Estado Islámico. La economía en crisis, que fue un catalizador de las demostraciones en la plaza Tahrir de El Cairo hace unos años, está mejorando, aunque no con la suficiente celeridad para muchos.

 

Verborrea exclusivamente

"Todo lo que escuchamos es hablar de la justicia, pero nada que realmente la respalde", dijo Sherif Mustafa, de 32 años, ahora desempleado. "Es como lo que dicen sobre los puestos de trabajo. Verborrea nada más. ¿Qué más se puede hacer?, sino tratar únicamente de seguir fingiendo que todo está normal".

Los últimos años han visto el derrocamiento del primer presidente civil del país electo libremente. El nombramiento del líder que lo derrocó y la represión a la Hermandad Musulmana que le siguió --un grupo que se convirtió de negociador, a paria en un lapso de dos años.

La última etapa de lo que las autoridades egipcias han bautizado como el mapa de la ruta de transición serán las elecciones legislativas del 22 de marzo, una semana después de la realización de una cumbre destinada a atraer más de 10,000 millones de dólares de inversión, principalmente de productores petroleros del Golfo como Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos y Kuwait.

"Realmente no importa quién gane estas elecciones", dijo Sayed Mostafa, un chofer de camión, de 37 años de edad. "No ha habido antes un miembro del parlamento que se preocupara por su territorio y no hay razones para pensar que eso ha cambiado ahora".

 

Carga compartida

El actual presidente, Abdel-Fattah El-Sisi, que fue electo para ocupar su cargo en junio de 2014, casi un año después de que encabezó el derrocamiento del presidente islamista Mohamed Mursi, ha dicho que la reconstrucción de Egipto es una responsabilidad compartida.

En visitas al extranjero, así como en los viajes de los otros líderes a Egipto, ha dicho que una de sus prioridades es luchar contra el terrorismo, tanto en casa como en el extranjero, así como la creación de un clima de estabilidad propicio para recuperar la inversión extranjera.

Ibrahim Malva, el primer ministro, ha dicho que el país está en camino a la normalidad y a la reactivación económica que cristalizará los objetivos de la revolución de la Plaza Tahrir.

La inversión extranjera directa ascendió a cerca de 1,800 millones de dólares en el primer trimestre del actual año fiscal, en comparación con los 745 millones el año anterior, y los ingresos por turismo se elevaron a 2,100 millones dólares de 931 millones, de acuerdo con el banco central.

 

La varita mágica

La economía crecerá 3.4% este año, frente a 2.2% en 2014, de acuerdo con una encuesta de Bloomberg entre 10 economistas. Eso todavía se compara con el crecimiento de más de 5% antes del levantamiento de 2011. El índice bursátil EGX 30 subió casi 40% el año pasado.

Esperar que El-Sisi cambie el sistema de la noche a la mañana y a una nación plagada por la corrupción durante la mayor parte de 60 años es poco realista, dicen sus partidarios, como el fontanero Tamer Awad.

"Él tiene un trabajo difícil y no veo a nadie más hacer otra cosa que quejarse", dijo Awad, de 45 años. "Desde la revolución, el país se fue cuesta abajo de manera vertiginosa y se va a requerir paciencia y mucho trabajo para reconstruirlo. El-Sisi no tiene una varita mágica. Todos tenemos que apoyarlo”.

Sin embargo, las paredes dañadas del servicio de seguridad, una anomalía en El Cairo hasta hace aproximadamente un año, hablan de esa inquietud.

Si la gente está asintiendo al argumento de la normalidad, es sólo a causa de su temor, decir que los egipcios como Negat Badran, un voluntario, de 36 años de edad, en una beneficencia de una mezquita.

 

¿A quién le importa?

"En Egipto, ahora hay dos grandes grupos: los que simplemente dejaron de preocuparse y los que se preocupan, pero que tienen demasiado miedo para hablar", dijo Badran. "Andamos por ahí actuando como si todo ya hubiera vuelto a la normalidad, pero nadie sabe realmente lo que eso significa".

Los ataques contra las fuerzas de seguridad y los bombazos se han centrado en su mayor parte en torno al norte del intranquilo Sinaí y se le ha culpado ya sea al grupo de Ansar Beit al-Maqdis, aliado de Estado islámico, o a los partidarios de la Hermandad Musulmana.

La violencia en Siria e Irak, y el recrudecimiento del descenso de Libia a la anarquía tras el derrocamiento y asesinato de Muammar Gadafi en 2012, sólo ha servido para reforzar el argumento que esgrimen funcionarios egipcios de que se necesitan medidas estrictas en el corto plazo para garantizar la prosperidad a largo plazo.

Traducido por Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo

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Fecha de publicación: 26/01/2015