La etapa de la adolescencia en los hijos puede ser positiva si se tienen estrategias e ideas positivas. Foto de archivo.

Cuando mi hijo cumplió 13 años el otoño pasado, la reacción de sus amigos y familiares fue variada. Junto con los buenos deseos llegaron simpáticos guiños oculares y condolencias: “¡Ah y buena suerte con la adolescencia!”.

El estereotipo del adolescente malhumorado, rebelde e imprudente está profundamente arraigado en la cultura de la sociedad.

Librerías almacenan guías de supervivencia para los padres temerosos. Películas y programas de televisión sacan provecho de representar a los adolescentes en su peor momento. Pero un número creciente de psicólogos están rechazando estas ideas negativas, considerándolas no solo como inexactas, sino también como dañinas para los chicos.

Hace más de un siglo, G. Stanley Hall, el pionero psicólogo estadounidense, introdujo el concepto de la adolescencia como un momento de mayor “tormenta y estrés”.

De acuerdo con la teoría, la necesidad de los adolescentes de retirarse de los padres, junto con los cambios hormonales, desencadena una conducta de riesgo, emociones extremas y el consabido conflicto familiar. En la década de los sesenta, la psicoanalista Anna Freud fue más allá, afirmando que la ausencia de tal comportamiento en los adolescentes era anormal en sí misma.

Aunque los años de la adolescencia pueden ser un período turbulento, décadas de investigación demuestran que estos estereotipos no son inevitables o biológicos, y que ciertamente no se aplican a la gran mayoría de los adolescentes, dijo Richard Lerner, director de Institute for Applied Research in Youth Development en  Tufts University. “No es que la adolescencia no tenga sus problemas y desafíos”, dijo, “pero también los tienen los demás períodos de la vida, como la edad de los niños pequeños o el envejecimiento”.

De hecho, las tendencias de los adolescentes con respecto a la toma de riesgos han sido positivas en las últimas décadas, dijo Jeffrey Jensen Arnett, profesor de psicología en Clark University. En una revisión publicada el pasado mes de agosto en la revista Archives of Scientific Psychology, el Dr. Arnett detalla la disminución de cuatro tipos de conductas de riesgo: uso de sustancias, relaciones sexuales sin protección, delitos y conducción peligrosa.

Las tasas de consumo de alcohol, por ejemplo, han disminuido drásticamente desde la década de los noventa, mientras que otras drogas ilícitas han disminuido a sus puntos más bajos en más de 40 años, con excepción de la marihuana, que aumentó en la década de los noventa y que ha fluctuado desde entonces, dijo el Dr. Arnett

“Mientras que, en promedio, los adolescentes se comprometen a tomar más riesgos, estos experimentan más estados de ánimo negativos y tienen más probabilidades de pelear con sus padres que con los niños más pequeños, los padres deben saber que los niveles absolutos de estas cosas siguen siendo bastante bajos durante los años de la adolescencia”, dijo Christy Buchanan, profesora de psicología en Wake Forest University.

En una revisión de 2016 de décadas de investigación en adolescentes publicada en Encyclopedia of Adolescence, la Dra. Buchanan y Johna Hughes Bruton encontraron que, contrario a la creencia popular, la mayoría de los adolescentes no experimentan problemas emocionales debilitantes o perturbadores o tienen una relación difícil y distante con sus padres.

“Los adolescentes que muestran altos niveles de estados de ánimo y comportamiento que son negativos”, dijo la Dra. Buchanan, “a menudo tienen un patrón de este tipo de comportamiento que deriva de la infancia”.

“El peligro con los estereotipos es que los padres pueden evaluar mal el comportamiento problemático tildándolo como los “adolescentes siendo adolescentes, dijo, “cuando realmente es un síntoma de algo más grave que podría beneficiarse de una intervención temprana”.

Los padres que creen que están “siendo realistas” sobre el comportamiento de los adolescentes pueden incluso, sin saberlo, contribuir a una profecía que se cumple por sí misma, dijo la Dra. Buchanan. En un estudio de 2009 publicado en la revista Journal of Research on Adolescence, la Dra. Buchanan y Bruton encuestaron a 270 estudiantes de sexto y séptimo grado y a sus madres sobre sus expectativas para la adolescencia, respecto a si los adolescentes serían groseros, gruñones, egoístas, respondones, si actuarían sin pensar y se distanciarían de la familia.

Cuando los investigadores continuaron la investigación un año después, las madres que esperaban un comportamiento estereotipado tuvieron más probabilidades de tener un hijo con niveles más altos de problemas de comportamiento, incluso después de controlar otros factores de riesgo.

Y los adolescentes que creían en estos estereotipos tuvieron más probabilidades, un año más tarde, de informar menos cercanía y más conflicto con sus padres y presentaron una mayor probabilidad de verse influenciados por sus compañeros.

La investigación también encontró que los adolescentes tienden a comenzar o seguir consumiendo sustancias ilícitas cuando sus padres creen que las están usando, incluso si no lo están haciendo, de acuerdo un estudio publicado el año pasado en la revista Addictive Behaviors Reports.

Hei Wan Mak, de Cambridge University, analizó los datos recopilados en los grados siete a 12 durante el año escolar 1994-1995 y, nuevamente, un año más tarde, utilizando una muestra de tres mil adolescentes estadounidenses del National Longitudinal Study of Adolescent to Adult Health (Estudio Longitudinal Nacional de Salud del Adolescente y el Adulto).

Ella descubrió que los adolescentes que consumían cigarrillos y alcohol al comienzo del estudio tuvieron más probabilidades de continuar usándolos si sus padres estaban conscientes de su consumo.

Los adolescentes también presentaron mayores probabilidades de fumar cigarrillos si sus padres creían que fumaban cuando en realidad no lo hacían --quizás, en parte, porque los adolescentes interpretan las creencias de los padres como expectativas y pueden tratar de ajustarse a ellas.

Una serie de factores pueden contribuir a las profecías autocumplidas. Las expectativas negativas de los padres pueden llevar a un adolescente a tener expectativas más bajas de sí mismos, haciéndolos más vulnerables a la presión de sus compañeros.

Cuando los padres saben sobre el mal comportamiento y no actúan, los adolescentes pueden percibirlo como una aprobación tácita. Además, si los padres piensan que los comportamientos rebeldes son inevitables, eso también puede cambiar la forma en que se comportan como padres; estos pueden hacer un menor esfuerzo por controlar la vida de sus adolescentes y mantenerse comprometidos porque no esperan que su intervención cambie eso.

Pero las creencias de los padres también pueden influir en los adolescentes de manera positiva. Un estudio de 2015 publicado en Journal of Family Psychology, realizado por la Dra. Buchanan y Terese Glatz de Universidad de Orebro en Suecia, encontró que los padres, especialmente las madres, que creen que pueden moldear el comportamiento de sus hijos durante la adolescencia tienen más probabilidades de usar estrategias positivas de crianza, como una mayor participación y comunicación, que a su vez fomentan el comportamiento positivo.

Una forma en que los padres pueden disminuir la prevalencia de los estereotipos negativos es contrarrestarlos directamente, dijo un estudio publicado en octubre pasado en la revista Child Development.

En experimentos con varios cientos de estudiantes chinos de séptimo grado de Shanghai, los investigadores les enseñaron a los estudiantes que los estereotipos sobre la irresponsabilidad de los adolescentes eran inexactos y les pidieron que dieran ejemplos positivos de comportamiento adolescente.

En comparación con los estudiantes de un grupo de control, los que participaron en la intervención informaron objetivos académicos más altos, obtuvieron mejores resultados en una tarea académica y mostraron una disminución en la toma de riesgos. La coautora del estudio, Eva Pomerantz, de Illinois University en Urbana-Champaign sugiere que los padres hablen con sus adolescentes sobre la validez de los estereotipos y alienten actividades como el voluntariado que contradicen los estereotipos negativos de una manera concreta.

“Muy a menudo describimos a los ‘buenos’ adolescentes por lo que no hacen: son buenos niños porque no fuman, ni consumen drogas, ni se juntan con la gente equivocada, lo que es un mensaje desalentador para un adolescente”, dijo la Dra. Lerner.

Les debemos a nuestros adolescentes escribir un guión más positivo de estos años, dijo. Los padres que centran su atención en las cosas admirables que hacen los adolescentes, que ayudan a fomentar las fortalezas y talentos de sus hijos, encontrarán, agregó, que a sus hijos les resultará mucho más fácil pasar esa etapa tan desafiante y tumultuosa.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo           

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Fecha de publicación: 28/02/2019