Empresas como Google o Amazon han comenzado a realizar pruebas piloto de entregas de mercancías con drones. Foto de archivo.

Robyn McIntyre, quien vive en las afueras de Canberra, la capital de Australia, estaba en su sala hace unos meses cuando creyó haber escuchado que una “sierra automática se había vuelto balística”.

En realidad era un avión no tripulado, también conocido como dron, de camino a entregar un burrito o café como parte de una prueba de Wing, que al igual que Google es una subsidiaria de Alphabet. Un día reciente, ella dijo que drones de entrega volaron sobre su casa unas 10 veces en 2 horas y media, por lo que es difícil concentrarse en trabajar o leer el periódico.

“¡Ahí va uno!”, dijo McIntyre, de 64 años, tomando té en su sala de estar un sábado por la mañana. “Oh no, es una mosca (Calliphoridae). Ve ahí, se me ha metido en la cabeza. Cada vez que escucho un ruido agudo, creo que es un dron”.

Algún día, los drones podrían revolucionar el comercio electrónico reduciendo los tiempos de entrega, el uso de energía y por ende, los costos. Por ahora, están dividiendo a los vecinos en el vecindario suburbano de Bonython, donde ha tomado vuelo una de las pruebas de entrega de aviones no tripulados más avanzadas del mundo.

Las empresas tecnológicas están analizando las entregas con aviones no tripulados en todo el mundo. Wing está un paso por adelante de algunas, ya que habitualmente lleva artículos cotidianos a los clientes en un vecindario. Los residentes pueden usar una aplicación de teléfono inteligente para pedir alimentos, suministros de equipo y medicamentos de venta libre a una media docena de minoristas. El próximo año, Wing espera llevar la prueba a otra parte de Canberra y planea comenzar una prueba similar en Finlandia.

Algunos residentes no usan tanto sus jardines por el ruido. Otros dicen que han visto urracas, famosas por atacar a peatones y ciclistas en la primavera, hacer lo mismo con los drones. En un club de perros local, algunos miembros están evitando un área cerca de donde los drones despegan porque los perros pueden ponerse nerviosos, dijo el presidente del club. Para algunos residentes, esta es una versión a pequeña escala de la miseria por la que los viajeros en el aeropuerto londinense de Gatwick pasaron, cuando sus planes de vuelo se vieron arruinados por las incursiones misteriosas de aviones no tripulados.

Irene Clarke, que es la vecina de McIntyre, recibe hasta 10 entregas diarias. Después de que descubrió que su protector solar ya había caducado, ordenó un reemplazo vía dron para poder proteger rápidamente a sus tres nietos pequeños. Éste llegó siete minutos después.

Clarke, de 64 años, calcula que le habría tomado 25 minutos subir a los niños al auto y hacer el viaje de ida y vuelta al centro comercial. Es posible que a algunas personas no les guste el servicio de los aviones no tripulados “porque no lo están utilizando”, dijo Clarke, y agregó que ninguno de sus vecinos le ha pedido que deje de recibir entregas de esa manera.

De acuerdo con su página de Facebook, la conveniencia no ha disuadido a los miembros de Bonython Against Drones, un grupo de residentes “unidos contra los drones ruidosos, intrusivos e innecesarios”. Los organizadores presentaron recientemente una petición a la asamblea legislativa local. Los políticos votaron para iniciar una investigación sobre las entregas con drones y un comité hará un informe sobre los impactos ambientales y económicos del ensayo.

“Es un suburbio rodeado de arbustos”, dijo Nev Sheather, de 68 años, quien se opone a las pruebas. “Normalmente es un lugar muy tranquilo, tranquilo. Tenemos canguros saltando literalmente en la calle”.

Laura Edwards, de 32 años, no ha usado el servicio de drones, pero regresó a su casa después de un fin de semana y encontró dos vasos con chocolate caliente frente a su casa, aún en la caja aerodinámica que Wing usa para hacer entregas. Uno casi se había derramado, requiriendo que su esposo limpiara el camino de entrada con el chorro del agua.

“Me sentí molesta, porque pensé, ‘¿En serio? Tenemos que limpiar todo esto’”, dijo Edwards, quien publicó sobre el incidente en las redes sociales pero no presentó una queja formal. Una investigación realizada por Wing más tarde determinó que los chocolates calientes se habían dejado en la casa equivocada porque un cliente dio la dirección equivocada.

Wing, que ha estado probando drones en Australia desde 2014, dijo que espera mejorar el servicio. Ahora está desarrollando un dron más silencioso. Modificó las rutas de vuelo para que los drones, equipados con 12 rotores para flotar y dos hélices, no vuelen sobre las mismas casas todo el tiempo. Además, disminuyó la velocidad de los drones, que tienen una velocidad máxima de aproximadamente 125 kilómetros por hora.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo              

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Fecha de publicación: 28/01/2019