Al principio del triste destino de ‘The Girl in the Spider´s Web’ (‘La chica en la telaraña’), le preguntan a Lisbeth Salander: “Un cliente está pidiendo lo imposible, ¿estás interesada?” Ella lo está, así que la saga continúa.

¿Y para qué exactamente está siendo contratada? Para acceder ilegalmente (hackear) a las computadoras de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, una tarea que ha demostrado ser todo excepto imposible en la vida real.

Lo que a Lisbeth sí le parece imposible es sonreír, a pesar de que es interpretada ahora por Claire Foy --a quien hemos visto en la película sobre el primer alunizaje ‘First Man’ y en la serie ‘The Crown’-- de hecho, el personaje es incluso incapaz de cambiar la expresión de ansiedad ominosa que refleja constantemente su rostro.

Las estrellas se desalinearon desde el principio para ésta frenética y turgente cinta de acción (Thriller). Eso no es en detrimento de Foy, quien podría habernos sorprendido si hubiera tenido un director diferente, trabajado con un guión diferente, bajo un conjunto diferente de imperativos de estudio que no implicaran extraer literalmente sangre de una gélida piedra.

El problema fue que la franquicia rebasó su fecha de vencimiento sin incluir nuevos ingredientes que la refrescaran.

Ya no aparece Noomi Rapace, la actriz que siguió su propio camino después de popularizar a Lisbeth en 2009, como la heroína sensacionalmente original de las tres películas suecas adaptadas de la trilogía Millennium de Stieg Larsson. Tampco Rooney Mara, quien interpretó el papel en 2011 en una versión en inglés de ‘The Girl with the Dragon Tattoo’. Y menos, el material original de Larsson, quien murió en 2004.

En el nuevo guion, basado en una novela de David Lagercrantz (que a su vez basó su libro en los personajes de Larsson), y bajo la dirección de Fede Alvarez que ofrece una textura hasta cierto punto burda, Lisbeth ha sido transformada de ser una vengativa y torturada pirata informática (hacker) en alguien que es un cruce entre James Bond (o Jane Bondage) y una guerrera ninja.

    Quien en varios puntos de la narrativa es golpeada, apuñalada (vemos como la herida de su hombro es engrapada varias veces), inyectada de forma no del todo letal, rociada con gas y envuelta al vacío en plástico.

Se le pide a Lisbeth que salve la civilización -- el programa que deber robar de NSA tiene el potencial de acabar con la vida en la tierra--, pero no puede rescatar  la película porque no tiene otra cosa que hacer sino luchar y sufrir, sufrir y luchar, y no hay nadie a su alrededor que la apoye para mantener nuestro interés, y mucho menos evocar nuestras fantasías.

    La hermana de Lisbeth, Camilla, es una villana de la brutal banalidad; ella es interpretada por Sylvia Hoeks, una víctima por derecho propio. La partitura, de Roque Baños, es el equivalente musical a sufrir un asalto y agresión en un callejón.

Traducido por Michelle del Campo  

Editado por Luis Felipe Cedillo

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Fecha de publicación: 13/11/2018