Desde los primeros días de la revolución de la computación, en los salones universitarios y estacionamientos de California, el aspecto de nuestras máquinas ha estado evolucionando sin fin. A excepción del teclado.

Uno se puede sentar frente a casi cualquier computadora fabricada en los últimos 40 años e inmediatamente saber cómo capturar un texto. Ese teclado --apodado QWERTY, por sus primeras seis teclas ubicadas en la fila de letras de la parte superior izquierda del mismo-- es la cucaracha inmortal de la industria de la tecnología.

Y no es que el QWERTY no sea perfecto –de hecho, una historia popular (pero probablemente apócrifa, aunque comprensible) dice que éste fue diseñado específicamente para alentar la captura de textos con el fin de evitar que se atoraran las teclas entre sí en las máquinas antiguas de escribir.

A pesar de eso, Mavis Bacon ha capacitado a usuarios de computadoras durante décadas en esas familiares filas de teclas, teniendo a sus alumnos tecleando 45 palabras por minuto (y no es por presumir, pero yo puedo teclear 90 por minuto).

Sin embargo, algo tiene que ceder muy pronto. Los dispositivos conectados a internet más interesantes de la actualidad no son escritores de textos evolucionados que incluyen un procesador Intel.

Son relojes, audífonos y refrigeradores que no tienen el espacio suficiente para incluir los cómodos teclados que tanto amamos. Hasta nuestros ultra delgados teléfonos escasamente pueden proporcionar una buena experiencia QWERTY. Es por eso que las compañías tecnológicas tuvieron que inventar la autocorrección.  

Nuestros dedos pueden jugar un papel en el futuro, incluso si no existe un teclado físico. Pero a largo plazo, las interacciones de hoy basadas en los textos podrían parecer tan extrañas como escribir comandos en la era previa al ratón. Recientemente puse a prueba herramientas que tienen como objetivo proporcionar formas más matizadas y más humanas de capturar todas las formas en que nos comunicamos, desde nuestras palabras hasta nuestros movimientos y nuestras expresiones faciales. Los teclados nos ayudaron a comunicarnos en el lenguaje de nuestras computadoras; ahora las computadoras están aprendiendo a hablar nuestro lenguaje.

 

Captura táctil

QWERTY ha perdurado en parte porque lo único peor que puede haber que un teclado imperfecto es precisamente un teclado que no se sabe usar.

“Hemos realizado estudios de usuarios que descubrieron que los humanos somos criaturas de hábitos”, dijo Angana Ghosh, gerente de producto que trabaja en Gboard, el teclado digital de Google. Cuando alguien quiere escribir un mensaje, lo último que quiere es aprender una nueva forma de hacerlo.

Sin embargo, a Dovid Schick le gustaría enseñarle una nueva forma. Schick es el cofundador de Tap Systems, empresa que construyó un teclado portátil para usarse en una sola mano llamado Tap que parece un bóxer (nudillera de metal) diseñadas por Lululemon, una tienda de artículos deportivos insipirada en la filosofía yoga. Con este, un toque de mi dedo índice sobre una mesa se registró como E, y mi dedo cordial y meñique juntos formaron una Z.

Tap, de 179 dólares probablemente sea el más útil en lugares que no permiten usar un teclado completo, dijo Schick. Él vislumbra a usuarios de Tap tecleando mientras están inmersos en la realidad virtual, o enviando largas textos con relojes inteligentes.

 

Sentidos exacervados

Hace años, el teclado se usaba para algo más que comunicarse: la única manera de usar una computadora era ingresarle códigos sin fin. Pero ahora que enfrentamos experiencias visuales y complejas diariamente, reducir la interacción con las letras tiene sentido. “Es increíble que un niño con arcilla tenga más poder que un profesional con una computadora”, dijo Michel Buckwald, director ejecutivo de Leap Motion.

Leap lleva años desarrollando un sistema que puede rastrear sus manos con una velocidad y precisión notables, replicando cada minuto de movimiento en el mundo digital para que pueda operar en él tal como lo haría en el mundo real.

Leap está trabajando para poner su tecnología en las consolas de juegos de última generación, auriculares de realidad virtual y más. En una demostración, aprendí a usar su sistema casi de inmediato. No hay casi nada que aprender: estaba en una habitación llena de bloques, y simplemente los tomé, arrojé, empujé y  moví como lo haría con cualquier otra cosa.

Aunque la tecnología de Leap puede coexistir con los teclados físicos, especialmente en situaciones de realidad aumentada donde se pueden ver objetos reales y digitales, la compañía también reveló su propia idea de un teclado compatible con la realidad virtual (VR, por sus siglas en inglés) a prueba del tiempo: un menú digital adherido al interior de mi mano izquierda, que virtualmente podía tocar con la derecha para seleccionar o escribir.

 

Teclar en todas partes

Con el paso del tiempo, los teclados y las pantallas táctiles serán reemplazados por muchos tipos de interfaces.

Puede controlar su música con un barrido del brazo de su chaqueta, como en el Proyecto Jacquard de Google, que utiliza hilo conductor para enviar señales a su teléfono inteligente. Podría escribir solo con mirar las teclas, utilizando tecnología de compañías como Tobii y Fove. Ésta rastrea el movimiento de tus ojos, ingresando cualquier letra que vea.

Tal vez todo lo que necesite hacer sea pensar en las letras, si es que las empresas como OpenWater tienen éxito. Las cuales están creando tecnología para rastrear e identificar sus ondas cerebrales, para que pueda comunicarse prácticamente de manera telepática.

Recórcholis, uno podría comunicarse con las computadoras usando los cinco sentidos, olores extraños y todo lo demás. Si se hace bien, eso podría hacer que la tecnología sea mucho más accesible (es de suponer que las computadoras no tendrán mal olor). O eso podría ser muy confuso, ya que cada dispositivo requiere su propio estilo de comunicación.

Por ahora, el habla es, por mucho, la más madura de estas nuevas interfaces. Probablemente ya hable con sus dispositivos, a través de Siri o Alexa o Google Assistant. Si no ha intentado dictar mensajes de texto por un tiempo, inténtelo: un estudio de 2016 descubrió que puede enviar mensajes de texto casi tres veces más rápido al pronunciar su mensaje en lugar de escribirlo. No solo eso, el motor de reconocimiento de voz cometió menos errores que los mecanógrafos.

Aun así, por más que lo intente, no puedo acostumbrarme a decir: “Oye, coma, qué quieres de cenar esta noche signo de interrogación te amo signo de exclamación”. Es por eso que, siempre que es posible, todavía me encuentro tecleando el QWERTY, como si no hubiera pasado ya todo un siglo.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo           

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Fecha de publicación: 22/10/2018