A Dustin Scott no le importó hacer una escala de seis horas en el aeropuerto Hartsfield-Jackson de Atlanta. El joven de 30 años estaba ansioso por visitar un salón VIP de aeropuerto, cortesía de su tarjeta de crédito Sapphire Reserve.

Lo que imaginaba: un espacio tranquilo donde podría relajarse y saborear comida gourmet de manera gratuita antes de abordar su vuelo a Ucrania. Lo que encontró: una habitación abarrotada sin asientos disponibles, un buffet con escasa comida restante y papel higiénico en el piso del tocador.

“Uno piensa: ‘Oh, tengo acceso a este salón, puedo entrar y relajarme y habrá muchos empresarios con sus computadoras portátiles’”, dijo Scott, que trabaja en promociones de una empresa de bicicletas compartidas. “Pero entras. . . y es como si estuvieras en Disney World”.

Los salones VIP del aeropuerto alguna vez fueron un beneficio para los viajeros de negocios y pudientes, un refugio para el caos de los viajes modernos. Luego, más recompensas de tarjetas de crédito comenzaron a ofrecer acceso a dichos salones. Ahora, lo que alguna vez fue un oasis ahora es más parecido al patio de comidas de su centro comercial.

Perder esa sensación del “1%” ha sido discordante. Los beneficiarios dijeron que las comidas gourmet que antes se ofrecían ahora son bocadillos, y es más probable que las bebidas se consuman en exceso en lugar paladearse. El exceso de personas significa que los asientos a menudo no están disponibles.

Bruce Douglass, un ejecutivo de la tecnología de la información de 63 años que ha estado visitando salones VIP de aeropuertos durante 25 años, dijo que el personal del salón solía acercarse a él para preguntar si gustaba una bebida, y que la comida disponible era un platillo principal.

Ahora, Douglass tiene que hacer fila para poder conseguir una Coca-Cola. Él dijo que las opciones de comida consisten en cuadros de queso, galletas, sopa y “algo que parece una ensalada”.

Los salones VIP de Estados Unidos “realmente han ido cuesta abajo”, dijo.

Los viajeros dicen que se llegó al punto de inflexión en 2016 cuando JPMorgan Chase lanzó su tarjeta de crédito Sapphire Reserve. Ésta se convirtió en un gran éxito, al ofrecer grandes recompensas para compensar una tarifa anual de 450 dólares. Una de ellas era una membresía a Priority Pass que permite la entrada al titular de la tarjeta a alrededor de 60 salones VIP en aeropuertos de Estados Unidos y a cerca de mil 200 en todo el mundo --con tantos invitados como quiera.

Otras tarjetas también ofrecen acceso Priority Pass, incluida la tarjeta Platinum de American Express y la Prestige de Citigroup.

Los beneficios de Priority Pass se han generalizado tanto que las listas de espera en los salones VIP ahora son comunes. Mary Osorno y su esposo trataron de ingresar a uno en marzo en el Aeropuerto Internacional de Dallas Fort Worth, pero una recepcionista le dijo a Mary Osorno que tenían que esperar unos 45 minutos para entrar. Mary Osorno dijo que no se molestaron en hacerlo, que dicha espera sería más larga que su escala.

Aun así, Mary Osorno ha estado en la situación contraria. Después de correr el maratón de Boston en abril, visitó un salón VIP del aeropuerto de Boston acompañada por siete amistades como invitados. Pasaron una hora o algo así bebiendo y degustando palomitas de maíz antes de su vuelo.

Sheryl Pflaum, vicepresidenta ejecutiva de Collinson, la empresa matriz de Priority Pass, dijo que “desafortunadamente, los salones pueden llegar a su capacidad de vez en cuando” y dijo que la empresa trabaja con los operadores de salas VIP para resolver los problemas. La compañía dijo que inaugurará un nuevo salón en el aeropuerto de Dallas este verano y que duplicará con creces los asientos actuales.

Bill McGuinness, un desarrollador de bienes raíces de 57 años de edad, estaba en un Centurion Lounge, que permite el acceso a ciertos titulares de tarjetas American Express, en Seattle en abril, cuando una mujer puso a su bebé sobre una mesa de bar. Le quitó todo a excepción del pañal y le puso su pijama. McGuinness dijo que la mujer entonces ordenó un cóctel y habló por teléfono mientras su hijo “anduvo corriendo” por la sala durante la hora siguiente.

Su mayor preocupación acerca de las diferentes salas VIP que ha visitado: gente sirviéndose montones de comida del buffet en sus platos y bebiendo Chardonnay barato. “Todo el asunto es muy triste”, dijo. Las personas se comportan como “animales de granja”.

“La mayoría de los miembros de nuestra tarjeta informan haber tenido experiencias muy positivas dentro de nuestras salas Centurion”, dijo una vocera de American Express. Portavoces de Citigroup y JPMorgan, que no poseen ni administran salas afiliadas a Priority Pass, declinaron hacer comentarios al respecto.

Las salas VIP están tratando de controlar la situación. A raíz de las quejas de los titulares de tarjetas, American Express está ampliando algunas de sus salas Centurion y restringiendo el acceso a los titulares de las tarjetas Platinum y Centurion, que tienen tarifas anuales de 550 y dos mil 500 dólares, respectivamente, y a algunos poseedores de tarjetas de negocios.

Priority Pass, mientras tanto, está manejando las multitudes de una nueva manera. Actualmente ofrece créditos de comida y bebida en alrededor de 28 dólares por persona, con un pequeño detalle: la gente tiene que salir del salón para poder hacer uso de estos en los restaurantes del aeropuerto.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo

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Fecha de publicación: 24/05/2018