Tully', que se estrena este fin de semana en los cines de México, resulta ser el clásico dos por uno. Por un lado está la película que se ve, inteligente, íntima, conmovedora y atrevidamente divertida acerca de las bendiciones y sacrificios abnegados que regularmente implica la maternidad. También está la película que se repasa mentalmente para resolver sus misterios, la cual es más rica, profunda y extrañamente hermosa.

Las estrellas son Charlize Theron como Marlo, una madre que apenas puede lidiar con dos hijos y que luego da a luz a un tercero; y Mackenzie Davis como Tully, una niñera nocturna que viene a ayudarla. (Las estrellas invisibles son Jason Reitman, el director, y Diablo Cody, el libretista, que colaboran y se integran a la perfección; esta es su tercera colaboración, después de ‘Juno’ y ‘Young Adult’).

Tully llega para ayudar a Marlo. Sus servicios son un regalo del hermano de Marlo, Craig (Mark Duplass), un acaudalado con un estilo de vida envidiable, una esposa lisonjera llamada Elyse (Elaine Tan), una niñera de tiempo completo llamada Shasta (Stormy Ent), y la preocupación, bien fundamentada, de que su hermana podría estar deshecha.

Marlo es manifiestamente infeliz. Ha ganado peso, y no solo por los kilos que Theron ganó para poder interpretar el papel. Enormemente embarazada desde el principio, es una mujer formidable, frustrada y obstinada, que es demasiado inteligente para la mayoría de los círculos en los que se desenvuelve, una mujer ingeniosa que está desesperada y que recibe poco apoyo de su marido, Drew (una actuación conmovedora de Ron Livingston).

Es una creación espléndidamente interpretada por un artista brillante en la cima de su carrera, el contrapeso gravemente hilarante a la eternidad de maternidades dichosas de las películas de Hollywood.

Esta película no es nada de eso. La cámara de Eric Steelberg ni siquiera se enfoca a la bebé de Marlo cuando nace: no hay primeros planos de una carita adorable, solo tomas fríamente distanciadas que muestran a la pequeña Mia (a quien no llaman así por algún tiempo) mientras su exhausta madre la observa, una criatura llorando que necesita atención constante y un flujo constante de leche, que Marlo produce sin esa bondad humana.

Si todo eso le parece descorazonado, realmente no lo es. La angustia de Marlo es comprensible, y eso debería ser un emotivo reconocimiento para muchas mujeres de la audiencia. Entre amamantar a la bebé y los pequeños periodos de sueño, ésta madre asediada también debe atender las necesidades de sus hijos que cursan la escuela primaria, que van desde las razonables de su hija Sarah (Lia Frankland), hasta especiales en el caso de su hijo, Jonah (Asher Miles Fallica). A Jonah lo llama “estrafalario” la gente que trata de ser cortés, y “un niño fuera del promedio” su eufemístico director de escuela. Pero él tiene comportamientos no diagnosticados que lo colocan en una categoría adimensional sin calificativo.

Para entonces nos percatamos que Theron tiene una belleza física distintiva en la pantalla, cuando así lo desea. Cuando decide lo contrario, vemos a la prostituta y asesina malhablada de ‘Monster’; la minera de hierro con cara sucia de ‘North Country’; la guerrera manca en ‘Mad Max: Fury Road’; o la desaliñada escritora en ‘Young Adult’, un triunfo cómico-burlesco que sigue siendo severamente poco apreciado.

La paradoja en ‘Tully’ es que su heroína es hermosa, a pesar del sobrepeso que ha ganado, pero ella no lo cree así. En un momento en que las mujeres rechazan los arquetipos, Marlo encasilla su propio cuerpo y eso lo objeta de manera vehemente. “Me siento”, dice, “como una barcaza de basura abandonada”.

Ahí es donde entra la niñera nocturna, y donde Davis juega un rol deslumbrante, seguida de una actuación encantadora que es el complemento perfecto de la actuación de Theron. Tully es exactamente lo que necesita Marlo. Quien también es, para consternación de Marlo, sorprendentemente joven y terriblemente hermosa, así como alegre, culta (citando casualmente la frase “And So to Bed”, de Samuel Pepys, el diarista del Siglo XVII), encantadoramente poco convencional (al decir que Mia sólo ha estado en la tierra únicamente por tres semanas), y sabia más allá de lo que supondrían sus 26 años.

En otras palabras, ella es todo lo que Marlo no es, aunque esa distinción resulta sorprendentemente incompleta.

Sin embargo, ambas mujeres conectan, y esa conexión toma un giro dramático, incluyendo intercambios que fueron claramente, casi palpablemente, escritos por una mujer: al platicar del conflicto entre ser una madre devota y una esposa sexualmente atractiva; de la promesa interminable de los 20 años que se difumina en el transcurso de los años 30.

Ésta comedia corta y brillante con una trama médular algo oscura es inconmensurablemente más agradable de lo que parece, o de lo que se puede pareciar en los avances. Reitman recuperó ese toque mágico de director que extravió después de ‘Young Adult’, mientras que la espada de varios filos de Cody envía a sus personajes por los senderos más sorprendentes.

La película puede ser criticada por sus formulaciones terapéuticas en última instancia familiares, aunque Marlo bien puede haber tenido mucha introspección en su caprichoso pasado. Todas las revelaciones pudieran no analizarse literalmente, pero son tan metafóricamente poderosas como para dejar un resplandor persistente.

La historia que narra la película trata de regeneración, el desgarrador proceso de tomar todas las piezas desgastadas y desanimadas para crear un nuevo y vibrante ser. Tully,  la niñera, alude precisamente a esto cuando describe cómo reconstruir un bote, tablón por tablón. ‘Tully’ la película oscila vertiginosamente entre lo sombrío y lo boyante, o lo que es lo mismo, la vida en sí misma.

Traducido por Michelle del Campo  

Editado por Luis Felipe Cedillo

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Fecha de publicación: 08/05/2018