Sean Baker hace películas poco sentimentales y sin prejuicios sobre la gente pobre. En su película de 2015, ‘Tangerine’, sus protagonistas fueron prostitutas transgénero de Hollywood, California.

     Ahora, su nueva película, ‘The Florida Project’, que se estrena este fin de semana en los cines de México, sigue a una pandilla de niños pequeños que viven en moteles destartalados con vista a Walt Disney World en Florida (con todo y el espectáculo de juegos artificiales nocturnos, ¡totalmente gratis!).

Lo primero que se puede decir acerca de esta vívida obra de ficción, que el propio director escribió con Chris Bergoch, es que ésta parece un hecho --no tanto como una parte de la vida, sino como un flujo de la vida conectado a alguna fuente infinitamente renovable de energía psíquica. Otra cosa es que verla lo deja a uno un tanto cuanto inquieto, tal como se supone que se debe uno sentir, porque estos niños viven sus vidas de libertad feliz al borde de la falta de vivienda y recalcando el caos en el que viven.

Todo esto es bastante novedoso, aunque forma parte de nuestro tiempo. En los viejos tiempos de las películas infantiles, los niños pequeños eran traviesos, impetuosos o lindos (o simplemente alegres, como los niños ingleses de rostro dulce que fluyen en ‘A Taste of Honey’ de Tony Richardson).

Los niños en ‘The Florida Project’ --la frase que Walt Disney le dio a sus planes de Disney World-- pueden evocar ternura cuando la situación lo exige; cuando, por ejemplo, mendigan helados a desconocidos en la calle.

Sin embargo, la mayor parte del tiempo, ellos están en un estado de movimiento perpetuo que se alimenta de las imágenes, sonidos, entretenimiento y comida chatarra que tienen a su alrededor, un modo de ser que podría diagnosticarse como déficit de atención, si no fuera el estado predeterminado de toda la palomilla.

Al igual que en películas anteriores, Baker mezcla actores amateurs y profesionales con un efecto excepcional. Los amateurs destacados son Brooklynn Prince como Moonee, una niña de seis años vibrantemente entrañable; Bria Vinaite como la desafortunada madre de Moonee, Halley; y Valeria Cotto como la amiga de Moonee, Jancey.

Willem Dafoe interpreta a Bobby, el administrador del Magic Castle, el insalubre hotel de paredes color morado, donde Moonee y su madre viven por 38 dólares la noche. Jancey vive en un basurero cercano llamado Future World.

La actuación de Dafoe es un modelo de minimalismo magnético y un ajuste perfecto a su papel artísticamente escrito. Bobby lo ha visto todo. Estudia el comportamiento de sus inquilinos con el ojo de un entomólogo (y ataca, aunque tardía pero decisivamente, una infestación de chinches).

 Él busca mantener un mínimo de control, incluso persigue a un trío de flamencos desde el camino de la entrada del hotel antes de que bloqueen el tráfico. Sin embargo, este lacónico e impasible administrador se las arregla para mantener una reserva de amabilidad y preocupación paternal por los niños que lo vuelven loco cada día, desde el alba hasta el ocaso.

    Él es nuestro guía y sustituto en el motel, el que ve cuán salvajes son Moonee y Jancey, pero cuán tiernas y valiosas también lo son.

Traducido por Michelle del Campo  

Editado por Luis Felipe Cedillo

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Fecha de publicación: 21/03/2018