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Nunca esperé convertirme en una esposa multifuncional, pero cuando encuentras al compañero que deseas, aceptas los sacrificios. Cuando mi esposo fue enviado al extranjero una vez más después del nacimiento de nuestro primer bebé, ya estaba preparada para pasar otros seis meses sola con mi bebé.
Entonces nuestro hijo dejó de dormir.
Hice lo que hace una nueva madre. Me obsesioné con la temperatura del cuarto de niño y las canciones de cuna que le cantaba (¿era el ‘Submarino amarillo’ demasiado agresiva antes de la hora de dormir?).
Me uní a grupos de Facebook de los que alguna vez me burlé, consulté a amigos y eventualmente contraté a un asesor de sueño por correo electrónico, quien consideró nuestros problemas y me envió un programa para dormir.
También garabateé notas meticulosas en un estado prácticamente de delirio: “Dormía durante 10 minutos, y me despertaba inquieta”. Estaba desesperada y agotada, estaba como un investigador obstinado incapaz de relacionar los aspectos más importantes.
Meses más tarde, después de que mi hijo comenzó a dormir nuevamente, descubrí el Nanit Baby Smart Monitor (de 299 dólares, nanit.com), que usa la visión por computadora y el aprendizaje automático --términos que tuve que buscar en Google-- para registrar y analizar el comportamiento de vigilia de un bebé y que sugiere consejos a través de una aplicación de acompañamiento. En otras palabras, se encarga del turno nocturno.
Deseé poder regresar en el tiempo y regalarle a mi yo privado de sueño este ingenioso dispositivo. Pero, ¿habría aceptado la ayuda de este elegante artilugio? En aquellos primeros meses, pensé que debería ser capaz de hacer bien la tarea de cuidar a mi bebé sin requerir apoyo técnico.
Mi ansiedad con respecto a la asistencia digital es parte de un problema mayor. Muchos de mis similares que son padres --por no mencionar a sus propios padres-- piensan que estos dispositivos y aplicaciones de alta tecnología son copias de seguridad. Argumentan que los “verdaderos padres” salen adelante sin estas innovaciones, como escalar el Everest sin oxígeno.
Entre las muchas razones por las que se ha desacelerado el crecimiento de la industria tecnológica para los bebés: los precios exorbitantes, preocupaciones sobre la privacidad de los dispositivos pirateados y los datos compartidos, la falta de mujeres que lideran nuevas empresas --en esto creo que hay un fuerte factor sociológico: el regreso a la crianza “natural” y la glorificación en algunos sectores de la madre desinteresada.
Eso perpetúa la noción de que las madres pueden y deben hacerlo todo, a la vez. Mientras esté ocupado aplaudiendo los esfuerzos de las mujeres por ser excelentes, no puede alentar de todo corazón la tecnología que aliviaría su carga.
Me había convencido de que criar a mi hijo recién nacido se suponía que sería una lucha, mi contribución para hacerlo todo, pero me estaba metiendo en problemas. “Siento que estoy fallando”, le confiaba a extrañas que empujaban niños pequeños alrededor de Whole Foods. “¡Así es como sabes que lo estás haciendo bien!”, dijeron ellas.
Pero creo que podemos encontrar un equilibrio, usando herramientas y recursos digitales para liberar tiempo y simplificar el tedio para que podamos levantar la cabeza y estar presentes.
“Hay tantas incógnitas, tantas preguntas sobre el horario del bebé, alimentación, cambio de pañales, aumento de peso”, dijo la blogger Jeana Tahnk del sitio de crianza Top Tech Mom. “Agregarle tecnología a cada una de esas facetas puede ayudar, pero esto también puede hacer caer a los padres en un vórtice de información. Existe un equilibrio entre confiar en el instinto de los padres y confiar en la información de una aplicación móvil para el cuidado del bebé”.
Si bien muchos de nosotros abrimos los brazos de par en par a las nuevas herramientas más modernas en otras áreas de la vida --¿alguien realmente necesita una impresora de panqueques 3-D en la cocina?- un número igual se entusiasma por los dispositivos electrónicos (gadgets) de crianza. Los escépticos parecen aceptar los dispositivos más innovadores con el mayor desprecio.
Traducido por Luis Felipe Cedillo
Editado por Michelle del Campo
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Fecha de publicación: 08/03/2018