Imagínese a alguien viajando en el tiempo hasta los días previos a internet, deleitando audiencias con sus fantásticos cuentos de un futuro en el que los niños pueden acceder a dispositivos que contienen la suma de todo el conocimiento humano obteniendo con ello nuevos poderes diariamente para instruir, crear y unir a las personas.

Ahora imagine a este viajero en el tiempo describiendo las reacciones de la mayoría de los padres ante estos dispositivos --sin celebrar, sino con miedo, culpabilidad y ansiedad por la cantidad de tiempo que sus hijos pasan con estos.

Ahí es precisamente donde estamos hoy. Con frecuencia se advierte a los padres que lo más importante que hay que hacer con los iPhones, iPads y computadoras es limitar el acceso de los niños a ellos.

Pero los educadores e investigadores están comenzando a reconocer las formas en que la tecnología puede ser una herramienta de aprendizaje y desarrollo, en lugar de simplemente ser un peligro. Contrariamente a lo aconsejado me he encontrado siendo persuasivos en el pasado, la conclusión sorprendente de esta nueva manera de pensar podría ser que algunos niños pasarán más tiempo, no menos, con las pantallas. Esta es una consecuencia natural de las crecientes capacidades de los dispositivos que tenemos a nuestra disposición.

American Academy of Pediatrics alguna vez recomendó a los padres limitar el tiempo que los niños pasan frente a las pantallas. La asociación cambió esas recomendaciones en 2016 para reflejar las profundas diferencias en los niveles de interactividad entre la televisión, en la que se basó la mayoría de las investigaciones anteriores, y los dispositivos que usan los niños actualmente.

Cuando las pautas anteriores describían el tiempo de pantalla para niños pequeños en términos de “exposición”, como si el tiempo de pantalla fuera una sustancia tóxica, las nuevas pautas permiten hasta una hora diaria en niños menores de 5 años y distinguen entre los diferentes tipos de uso de pantalla –digamos conviviendo a través de FaceTime con la abuela versus un programa de YouTube.

Una forma de resumir la nueva forma de pensar es diferenciar entre el tiempo de pantalla “pasivo”, como ver videos y el tiempo “activo”, que incluye actividades creativas y también videojuegos aprobados por los padres, dijo AnnMarie Thomas, directora del Playful Learning Lab de St. Thomas University en St. Paul, Minnesota, donde su equipo crea experiencias prácticas de aprendizaje para niños de todas las edades. Limitar el tiempo pasivo podría ser la nueva versión de limitar el tiempo de pantalla.

Existen preocupaciones legítimas sobre los niños y el tiempo que pasan frente a una pantalla, que van desde la inactividad física hasta el acoso en línea, e incluso un aumento en los problemas de salud mental en los adolescentes.

Ver videos sigue siendo, lamentablemente, una gran parte de las horas de vigilia promedio de los niños estadounidenses. De acuerdo con  datos recientes, los niños de entre dos y 11 años pasan cuatro horas y media al día frente a las pantallas. Eso reduce la actividad física, la socialización y el buen tipo de aburrimiento que genera creatividad e ingenio, dijeron investigadores.

Para el niño estadounidense promedio, menos tiempo de pantalla es, sin duda alguna, una mejor alternativa a lo que la mayoría de ellos está haciendo ahora.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo

Copyright © 2017 Dow Jones & Company, Inc. All Rights Reserved

 


Fecha de publicación: 08/02/2018