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La hija de cuatro años de Anita Iacaruso, Ashley, presentó problemas de ansiedad. Cuando la llevaba a la escuela, Ashley lloraba y se aferraba a ella. “Alguien tenía que quitármela de encima, prácticamente”, dijo Iacaruso, que una vez fue votada como 'la más tímida' de la prepa. “Fue muy doloroso ver a mi hija en este tipo de trance y tan temerosa. Usualmente me iba a trabajar, me sentaba en mi escritorio y me ponía a llorar”.
Cuando la familia fue a la iglesia un domingo, Ashley se negó a jugar con otros niños durante la hora social a menos que su padre se uniera a ella. Cuando la familia iba a restaurantes, Ashley se negaba a hablar con los camareros.
Iacaruso, que trabaja en comunicaciones en una dependencia del gobierno de Washington, DC, dijo que inicialmente intentó presionar a Ashley para que jugara con los otros niños en la iglesia y ordenara su comida en los restaurantes. Pero Ashley “lloraba y luego generalmente nos dábamos por vencidos”, dijo Iacaruso. “Nos sentíamos demasiado frustrados”.
La ansiedad es una emoción humana normal, por supuesto, y una parte típica de la infancia. Varios tipos de miedo: a la oscuridad en los pequeños, a los monstruos en niños de cinco años y a ser rechazados por los amigos durante la adolescencia --son apropiados para el desarrollo. Los niños deben estar un poco nerviosos antes de una gran prueba: puede motivarlos a estudiar.
Sin embargo, la ansiedad se convierte en un padecimiento cuando afecta el funcionamiento básico de un niño --impidiéndole ir a la escuela o hacer amigos, por ejemplo-- o le causa una angustia grave. Los niños ansiosos también tienden a tener síntomas físicos, como dolores de cabeza y de estómago que no tienen una causa médica real.
Los trastornos de ansiedad son notablemente comunes entre los niños de Estados Unidos: casi un tercio de ellos tendrá un trastorno de ansiedad a los 18 años, de acuerdo con un estudio de 2010 publicado en la revista Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry --y las niñas están más en riesgo.
Muchos padres naturalmente quieren confortar y proteger a sus hijos angustiados y evitar lo que les está causando ese dolor. Pero esto es a menudo exactamente lo contrario de lo que deberían hacer, dijeron expertos en el campo. En la actualidad, los psicólogos y los programas de tratamiento se centran cada vez más en cómo los padres pueden alterar su propio comportamiento para ayudar mejor a sus hijos ansiosos.
Algunos padres, por ejemplo, pueden sentirse inclinados a permitir que su hijo falte a una fiesta de cumpleaños a la que teme asistir, u ordenar algo en un restaurante si él tiene miedo de hablar con el mesero. Pero darles una salida a los niños ansiosos envía el mensaje de que estas situaciones comunes realmente son peligrosas y que el niño no puede hacerles frente.
Aunque el malestar inmediato puede disminuir, el resultado puede ser un niño aún más ansioso, y padres abrumados y estresados.
“Dejar que esos niños escapen a esas situaciones implica una ganancia a corto plazo y problemas a largo plazo”, dijo Andrea Chronis-Tuscano, profesora de psicología de Maryland University.
Permitir que los niños eviten los encuentros estresantes significa que pierden oportunidades de desarrollar habilidades importantes y generar confianza para enfrentar nuevos desafíos. "Otros niños están aprendiendo cómo navegar esas situaciones sociales, pero los niños que las están evitando también se están quedando atrás. Eso los hará sentirse aún menos cómodos en el futuro”.
Algunos trastornos de ansiedad pueden surgir ya en los años preescolares, pero la edad media de inicio es de 11 años, de acuerdo con un estudio de 2005 publicado en Archives of General Psychiatry. Por el contrario, la edad media de los trastornos del estado de ánimo, como la depresión, es de 30 años.
Los trastornos más comunes en los jóvenes son ansiedad por la separación, ansiedad social y el trastorno de ansiedad generalizado. Los niños con ansiedad por separación están aterrorizados de estar lejos de sus padres y con frecuencia se preocupan de que algo terrible les sobrevenga. Los niños socialmente ansiosos tienen miedo de interactuar con sus compañeros y pueden sentirse miserables durante los días de juego y las fiestas de cumpleaños. Aquellos con ansiedad generalizada se consumen por las preocupaciones y pueden necesitar un constante apoyo para tranquilizarse por cosas como las tareas y juegos de fútbol hasta los impuestos y el terrorismo.
Existen tratamientos efectivos, que incluyen terapia, medicamentos o una combinación de ambos. En la terapia cognitiva conductual (TCC), los niños enfrentan gradualmente las situaciones que les causan ansiedad y aprenden a tolerar los sentimientos incómodos. Los estudios han encontrado que alrededor de 50 a 70% de los niños tratados con TCC ven una disminución en sus síntomas y una mejora significativa en su funcionamiento.
Los antidepresivos como Prozac y Zoloft también han demostrado aliviar los síntomas de ansiedad en los niños, aunque han sido criticados debido a algunas pruebas que muestran un aumento en los pensamientos suicidas entre los que consumen esos fármacos.
Traducido por Luis Felipe Cedillo
Editado por Michelle del Campo
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Fecha de publicación: 21/12/2017