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Los robots podrían esclavizarnos algún día. Mientras tanto, si uno de ellos se vuelve loco, he aquí una táctica útil: cierra la puerta detrás de usted.
Uno tras otro, los robots que participaron en un concurso auspiciado por el gobierno se vieron impedidos por una puerta que no estaba cerrada con llave y que les bloqueaba el camino a una pista de obstáculos al aire libre. Una máquina bípeda logró poner una mano alrededor de la manija de la puerta y abrirla, pero se sintió desconcertada antes de que pudiera pasar.
Los robots destacan en muchas tareas, siempre que no involucren demasiada coordinación ojo-mano o sentido común. Al igual que algunos niños superdotados, estos pueden realizar impresionantes hazañas de aritméticas mentales, pero no son diestros en el patio de recreo.
Las máquinas tropiezan en tareas que requieren un equilibrio a nivel niño pequeño, como patear una pelota, salir de un automóvil o subir escaleras. Tomar objetos de diferentes tamaños y pesos también es desconcertante.
Hace poco, en un laboratorio de investigación de San Francisco, un robot intentó levantar un bloque de madera de una mesa. Un ingeniero bromeó que la máquina tenía una probabilidad de 50-50. El robot golpeó la mesa en su lugar.
Los robots son difíciles de manejar, dijo Jonas Schneider, jefe de ingeniería robótica en OpenAI, una firma de investigación de inteligencia artificial sin fines lucrativos donde el brazo robótico reprobó la prueba de bloqueo. Al principio, confiesa, él y su equipo pensaron: “¿Qué tan difícil puede ser?”
Eso fue antes de que otra de sus máquinas tuviera que ser protegida. La luz del sol que entraba por una ventana se movió, desorientando los sensores de su cámara.
Los robots industriales trabajan en el transporte, servicios médicos, minería y la fabricación en todo el mundo. Transfieren productos en almacenes y pasillos del hospital. Han ayudado a investigadores en lugares tan difíciles de alcanzar como el Ártico. Incluso han aprendido a conducir.
Sin embargo, caminar y navegar en interiores todavía es complicado. Un robot de seguridad llamado “Steve” cayó de cara en una fuente de un centro comercial este verano después de bajar balanceándose por una serie de escalones cuando patrullaba en Washington, DC.
Su fabricante, Knightscope, de Mountain View, California, emitió un comunicado atribuido a un desorientado Steve: “Gracias a todos los salvavidas humanos que me sacaron”. La compañía no quiso hacer ningún comentario.
Los robots no entienden completamente dónde están o qué significan sus acciones. Los sensores visuales que les permiten explorar el mundo no actualizan inmediatamente sus programados cerebros. Muchos carecen de sensores táctiles para sentir objetos. Ademas, es difícil que los robots localicen de dónde provienen los sonidos. En efecto, casi no tienen sentidos.
Este verano, Thunderfish, un vehículo robótico subacuático de titanio de unos 800 kilogramos informó que navegaba bajo el agua a 32 kilómetros por hora en el Lago Ontario cuando, de hecho, todavía flotaba. Sus sensores de navegación se confundieron con una señal interferente de un barco, dijo David Shea, vicepresidente de ingeniería de Kraken Robotics, la compañía canadiense que desarrolló Thunderfish.
“Hablamos mucho como si fueran listos o inteligentes”, diho Shea, “pero en realidad no lo son”.
Las fallas de los robots están ampliamente documentadas en línea. En un video, una máquina llamada ATLAS, fabricada por Boston Dynamics de Waltham, Massachusetts, intenta colocar una caja en un estante. Éste deja caer la caja, pierde el equilibrio y, tal vez tratando de salvarse, se sujeta del estante mientras cae al piso.
La única cualidad que comparten los robots con muchos humanos es que no tienen idea de cómo comportarse en situaciones nuevas e impredecibles. Eso evita que realicen trabajos que requieren contacto con una especie caprichosa --por ejemplo, chófer o cuidador de personas mayores.
Los robots tampoco entienden completamente su propio entorno, dijo Hava Siegelmann, gerente de proyecto en Darpa, la dependencia federal Defense Advanced Research Projects Agency.
Durante Darpa's Robotics Challenge, una competencia de obstáculos que concluyó en 2015, los robots cayeron hacia delante, hacia atrás o hacia los lados. Un robot sufre un derrame después de ver atrapado su pie en la arena. Otro tiembla y se estremece, con los brazos extendidos como el monstruo de Frankenstein, antes de caerse. Uno sacó un vehículo con éxito, pero abrir una puerta y pasar por ella fue un problema para la mayoría.
En un apocalipsis de robots, “así es como los mantienes fuera de tu casa” dijo Erik Krotkov, director científico de Toyota Research Institute en Cambridge, Massachusetts, y ex anotador de resultados del Darpa's Robotic Challenge.
Traducido por Luis Felipe Cedillo
Editado por Michelle del Campo
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Fecha de publicación: 14/12/2017