Todos los días recibimos nuevos informes acerca de cómo Facebook se esfuerza por evitar que los malos actores hagan mal uso de su plataforma. La última incluye la investigación de los legisladores de Reino Unido sobre si los rusos usaron Facebook para influir en las recientes elecciones británicas, e informa que las atrocidades en Myanmar pueden haber sido incitadas en parte por noticias falsas publicadas en Facebook.

Incluso antes de esta ola de noticias, el papel de Facebook en la difusión de mensajes divisivos y falsedades descaradas había inspirado una reflexión profunda en la empresa, y una humildad recién descubierta en su liderazgo.

En una serie de mensajes en su perfil personal, su director Mark Zuckerberg prometió hacer más al respecto, incluida la contratación de mil personas adicionales para revisar anuncios políticos comprados en Facebook. Mientras tanto, Sheryl Sandberg, directora de operaciones de Facebook, fue enviada recientemente a Washington, DC, en una ofensiva para ganarse el favor de los políticos.

Sin embargo, muchos ajenos a Facebook se niegan a esperar a que la empresa resuelva estos problemas --y otros aún por descubrir-- por sí sola. La presión se está intensificando, en casa como en el extranjero, de legisladores, reguladores y activistas, todos buscando diversas formas de conminar y, en algunos casos, forzar a Facebook a reconocer el problema y a actuar con responsabilidad como el distribuidor más poderoso de noticias e información de la Tierra.

Si bien Twitter, la unidad YouTube de Google y muchas otras plataformas de medios sociales enfrentan a problemas similares, no todas tienen la misma audiencia que Facebook. Pero lo que le suceda a Facebook probablemente se aplicará a todos ellas.

En comparación con las industrias maduras, los gigantes de internet --Facebook, Google, Twitter-- están relativamente desregulados por la legislación federal y estatal.

“Esa es la razón por la que pienso que Facebook está más nerviosa”, dijo Ryan Goodman, profesor de derecho en New York University, quien investiga las responsabilidades legales y morales de Facebook --que “el gigante dormido se despierte y se percate de lo poco reguladas que están esas plataformas”.

Ese “gigante dormido” incluye a legisladores de todo tipo en Estados Unidos, Europa y otros lugares. Si bien el Congreso actual está reacio a acuñar nuevas regulaciones, eso no ha impedido que los senadores John McCain (republicano por Arizona), Amy Klobuchar (demócrata por Minnesota) y Mark Warner (demócrata por Virginia) propongan Honest Ads Act (Ley de anuncios honestos), que obligaría a las empresas de internet a decirles a sus usuarios quienes financiaron sus anuncios políticos.

La mayoría de las formas de los medios de comunicación está obligada a hacer eso, pero Federal Election Commission (Comisión Federal Electoral) eximió de esa obligación a Facebook y a otros sitios de internet en 2006, cuando aún era incipiente el discurso político en línea.

El nuevo proyecto de ley es una forma obvia de alinear a los gigantes tecnológicos con los otros medios, con los que ahora claramente compiten, dijo Yochai Benkler, profesor de Harvard Law School y codirector de Berkman Klein Center for Internet and Society.

Lo que no resolverá éste es el problema aún mayor de que Rusia desarrolle contenido que sea lo suficientemente irritante y convincente para ser publicado en Facebook, como para que se vuelva viral sin una promoción pagada.

Los investigadores encontraron que de los 470 sitios creados por Rusia, seis de los cuales Facebook ha divulgado se compartieron un total de 340 millones de veces --lo que sugiere un alcance total para todo el contenido ruso de miles de millones de mensajes compartidos.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo

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Fecha de publicación: 13/11/2017